jueves, 22 de enero de 2009

Arkubeleko plazan


Si cogiese, y digo si cogiese porque sabes que no lo haré, no insistas. No quiero decir que lo haga, pero si cogiese esa silla de madera que sostiene los últimos libros de Maf y la plantase junto a las briznas de curcubita que el alcalde no consiguió arrancar, en medio de la plaza, erdi erdian, Arkubeleko plazan…
Si lo hiciese me subiría a ella, miraría al cielo y contaría la historia aquella, ya sabes tú cual, aquella que Maf siempre me prohibió contar, la que descubría la verdadera rebelión de Prometeo. Prometeo no robó el fuego a los dioses, sino las palabras, el verdadero poder, verdadero ingenio, palabras como amor u orgullo. Palabras como anaia o zuhaitza. Y ellos, como castigo, nos maldijeron con otras como patria o ira, beldurra. O guerra. Transformaron palabras hermosas como lurra en palabras corruptas, asesinas como tierra.
Si la contase…si la contase o contara los niños verían por un segundo, como un destello, las verdaderas cadenas, las verdaderas alas, el poder que mueve el mundo con más fuerza que la pólvora. Verían como las palabras nos esclavizan y nos hacen libres y el más libre de todos es el que sabe quedarse con las que considera suyas, saborearlas, paladearlas y saber soltarlas al viento, que se multipliquen, vivan y, finalmente, mueran.
Por esa historia Tuk se sentó bajo el árbol y no dejó de susurrar durante las horas que quedaban de sol, liberaba las palabras del libro que encontró bajo el banco del ayuntamiento, las expulsaba, desterraba de su mente.
Maf nos dijo que lo fuéramos, que fuéramos libres digo, y luego se fue, junto al dueño de la silla, el último cuentacuentos de Arkubele, por ser libre ella también. Porque en Arkubele no podemos liberar palabras. No desde que el cuentacuentos llevó la silla a la plaza y lo dijo, liberó de verdad la historia, y su final:
Ala bazan ez bazan, sar dadila kalabazan eta atera dadila Arkubeleko plazan.
Y la historia brotó en mitad de la plaza, de pronto, en forma de curcubita inarrancable y sigue allí, solo necesita crecer más. Solo necesita que alguien vuelva y la cuente y libere de palabras Arkubele.
Si cogiese, y digo si cogiese, tan solo condicionalmente cogiese, todo sería distinto. Y todo cambiaría. O cambiase.

1 comentario:

David dijo...

Akeita también es una linda palabra. Suerte, que no puede coger un mal significado y quizá, no digo que lo vayamos a hacer, tan solo quizá, que nosotros, pronto podramos darle un nuevo significado: Arte.
!Bravo! Me ha gustado el cuento. Me quito el craneo ante usted.

Señoritas me despido,
Caballeros ya me voy.
Me marcho deseándoles:
Buenas Noches y Adiós.

!Salut y Buena Suerte!