miércoles, 25 de febrero de 2009

Juré que nunca poesía

Juré que nunca poesía
pero la hierba sigue siendo verde
el cielo, cielo
el río, agua

Juré que nunca poesía
pero los cuervos taparon
con una roca la luna
¿luna sin luz? Niebla

Juré que nunca poesía
pero, si no soy poesía
si no soy tinta, sangre,
cielos, cólera ¿qué soy?
Nada.

martes, 24 de febrero de 2009

Agujeros de gusano

“Los agujeros de gusano que atraviesan ustedes de un lado a otro de la ciudad, me desconciertan.
¿Recuerdan ustedes al viejo Dan? Pobre viejo Dan no era la típica persona que ustedes podrían recordar. ¡Ni yo! Pero ahora, al subirme aquí arriba y al observar de la ciudad las arterias, tubos, nervios y socavones, agujeros de gusano infecto que son ustedes, he recordado un frase, un detalle, un destello de genialidad que tuvo aquel pobre diablo, pobre viejo Dan, antes de desaparecer entre las grises carnes del monstruo, la metrópoli, Caín y Calibán.
Antes de que ustedes nacieran Dan sería seguramente un florero, enterrador o librero, ya viejo desde que montase el negocio, y apunto estoy casi de afirmar que viejo desde que aprendió a andar. Por tanto es de esperar que como la vida sigue y nunca vuelve hacia atrás, para cuando Dan llegó a este agujero infecto, pobre gris y enjunto, estuviera muerto ya.
Más de mil veces traté en vano de verle una muestra, un rastro de lo que pudiera ser una embalsamación, pero pobre viejo Dan solo callaba y callaba y miraba con esperanza a las puertas de esos vehículos, trastos, máquinas que queréis llamar “metro” y no son sino gusanos dentro del cadáver de la bohemia, la vida y, perdónenme si bebo un trago a favor, lo que un día fue esta ciudad, la gloria.
No crean que porque me tambalee me voy a callar, aun recuerdo los ojos del pobre diablo, pobre viejo Dan. Eran sus ojos cual platos llenos de plata y no me di cuenta casi hasta el final que cuando bajaban los pasajeros parecían ser tragados en las aguas plateadas de estos cuencos. Se sumergían en baño de plata y, de noche, cuando con los ojos abiertos dormía en ellos parecían aflorar las vidas, las almas que el viejo Dan, seguro que como venganza, tragaba de día y recordaba de noche.
Este pobre diablo, Dan, un día, me habló, de noche, bajito y yo me acerqué asombrado por este milagro. No le oía. Me acerqué un poco más y conseguí distinguir, entre susurros que siguiera yo por él su labor, que rescatase de las puertas del metro las vidas que se funden en el gris de las calles, empresas, allí arriba y quizás así encontrase…nada. Calló. Pareció dormir y al día siguiente había desaparecido.
Desde entonces trato de recordar, casi sin acordarme ya del viejo Dan, las caras de ustedes, autómatas, los destellos de vida que en vuestros ojos parezco ver, en busca de lo que el viejo Dan buscaba, sin saber que es y planteándome si algún día lo supo él.”
El mendigo se bajó de la caja que Joe había dejado olvidada en la estación, suspiró, y esperó la llegada del siguiente metro, 3:15.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Las ostras y la economía según mi abuela

Sube la gráfica y baja la gráfica. ¡Vaya! ¡Otra cuesta más! Vuelve a subir y a bajar… debe de ser la crisis. Sí, sí, ésa que tan mal carácter gasta. Sí hombre sí la de los colmillos de serpiente, colmillos de diamante, pero colmillos al fin y al cabo. ¡Venga! ¡Otra vez! Vuelve a subir y ¡chof! A estrellarse, como un huevo frito en la sartén. Pero si ya lo decía mi abuela, algo así no puede acabar bien… no ¡no!


¿Y qué más da? ¡Mozart! ¡Mozart! ¡Otra copa para mis compañeros y otra para mí! ¡Subamos! ¡Subamos todos juntos! Ya llegarán las caídas de bolsa y de bolsillo, mientras tanto… ¿dónde íbamos? ¡Ah sí! Mi abuela. Mi abuela los odiaba, mi abuela nos odiaba. No se puede vivir así, decía. Ella no diferenciaba entre poder y deber y yo no diferencio entre deber y querer. Terrible problema el nuestro. ¡Ostras para todos Vivaldi! Sí, perdón, Mozart, ¡ostras para todos en tu primavera!

Mi abuela diría: no se debe comer ostras en crisis. Pero mi abuela no entendía de crisis. No de éstas al menos, de éstas que se curan comiendo ostras. ¡Pobre mujer! Toda su vida viviendo en la mitad de la gráfica. ¡Cómo nos odiaba! ¡Locos! ¡Viciosos! ¡Monstruos sedientos de lujuria! La bolsa subía con cada una de sus palabras y claro mi bolsillo volvía a bajar. ¡Egoístas! ¡Insensatos! Dos puntos, tres puntos, gráficas arriba y abajo. ¡Ah! Si mi abuela pudiese asomarse por alguno de los picos de mis gráficas ¡mangarranes! ¡desgraciados! Eso nos diría. ¡Pobre mujer!


Mientras tanto comeremos ostras, que ya vendrán tiempos mejores y quizás, con un poco de suerte, un día, en lo alto de la gráfica, una servidora escriba algo que realmente merezca la pena leer.


¡Mozart! ¡Una de ostras!

martes, 10 de febrero de 2009

Notremartre

En la calle St Sulpice, en la tercera farola color verde gastado y mientras amarraba a ella una bibicleta lila alguien exclamó “¡deja volar tu imaginación!” Ya lo había esuchcado antes, pero nunca lo había probado. Por eso lo hizo. Su imaginación alzó el vuelo y lo hizo tan alto que chocó contra el cielo azul y se desperdigó en más de mil pedazos. Parte de sus alas fueron a caer en la mesa de un bar donde un par de jarras de cerveza medio vacías descansaban junto a un paquete de cigarrilllos a punto de morir. Ducados. De los que anuncian una muerte de asco en cada calada. Fue entonces cuando Risto exclamó “vive como piensas si no quieres acabar pensando cómo vives” Cogió su dosis de mortalidad y se fue. Justo frente a ellos por el cristal se colaba la imagen de un par de ejemplares de lo que Risto habría llamado artistas bandálicos. Julien y Marcelo se afanaban en acabar de pintar una especie de ojos encerrados en una jaula de colibrí cuando uno de los mil pedazos cayó sobre Marcelo. Su mano comenzó a moverse y creó la siguiente secuencia de letras “La única verdad del hombre es el momento presente” En ese mismo instante Rosalía, la prostituta que hacía esquina junto a la jaula de colibrí, puso cara de sorpresa y enfadada se dirigió a Marcelo “Si la única verdad del hombre es el momento presente, entonces muramos todos porque la muerte es eterna y lo eterno nunca dejará de ser presente” Dicho esto, cruzando sus zapatos de tacón de cuero rojo en pasos sensuales encendió un cigarro y subió hasta la place du Chocolat donde una pareja de enamorados aburridos de su amor miraba ensimismada cómo un gato negro rebuscaba un suculento manjar en la papelera. Ellos también fueron agraciados con un pedacito de ala imaginativa y se dispusieron a practicar el Arte de Amar. Los besos siguieron a las caricias que se enredaron con miradas que morían en la boca del otro para resucitar en sus manos. Al otro lado de la plaza, sentado en un banco pareja de hecho de una farola repleta de publicidad, el hombre al que todos en el barrio llamaban el poeta, pero que en realidad se dedicaba a vender guantes desemparejados sintió la llegada de las musas que tanto anhelaba y sin pensarlo sacó de su cartera las 3000 pesetas que hacía años tenía reservadas para comprarse un billete a Paris donde le esperaban el resto de las musas. Camino a la estación, el poeta se encontró con Rosalía quien, al ver al pobre desdichado, se ofreció a cambiarle sus ahorros por monedas actuales ya que un cliente suyo era fiel amante de los billetes antiguos y seguro le agradecería tres más para empapelar su habitación de curiosa decoración. El cocinero de “Las rosas azul carmín” culminó ese día “muerte de placer” y su mujer a punto de suicidarse en las vías del tren cogió uno que le llevaría Roma donde conocería a Giovanni, otro agraciado con un pedacito de cielo, que le descubriría el mundo de los gelatti y los gatos. Una paloma en una silla de mimbre, un surfista que coleccionaba azucarillos y un hombre que iba por la calle con escafandra por si alguien le robaba el par de zafiros que tenía por ojos. Así surgió Notremartre.

jueves, 5 de febrero de 2009

POESIA

"Esan ezin direnak esateko ahalegina da poesia"

domingo, 1 de febrero de 2009

IT'S RAINING RAIN

- Zer da hori?
- Euria
- Ziur al zaude?
- Bai, zure atzamarra da euri tanten artean, besterik ez.
- Besterik ez?
- It’s raining rain, that’s all.

Zaparrada Gasteizen 2009ko otsailaren 1ean. That’s all.