miércoles, 8 de abril de 2009

El crujir de una manzana


Ésta podría ser la descripción del sonido más agradable jamás escuchado o simplemente el breve resumen de lo que se experimenta al dar el primer bocado a una manzana. Pues bien, es innegable que cuando uno se dispone con suavidad y cierto arte intrínseco a aproximar los labios a la piel de la manzana sabe que en unas milésimas de segundo sus dientes harán crujir la misma para darle ese bocado único e irrepetible de todas las primeras veces. Como toda primera vez, uno no puede dejar de sentir esa emoción, ese cosquilleo en el estómago que le provoca el dulce olor (o ácido según el tipo de manzana ante la que nos encontremos) de la piel pura y virgen a la que le será arrebatada su primera porción. Es entonces cuando nuestros dientes como cuchillas arrancan apasionadamente la perfección de cuajo para hacerla sonido. Música deleite de todos los sentidos. Los ojos se cierran impulsados por la locura que provoca la exquisita fuente que emana la fruta, las manos se aprietan fuerte contra su piel agarrándola con fuerza, no se vaya a escapar, la lengua saborea la dulzura del instante que a punto está de pasar a la historia y los oídos… ¡oh! Los oídos tratan de guardar en el apartado de la memoria reservado al primer bocado de las manzanas ese glorioso sonido indescriptible, ese comienzo de melodía tan placentero, ese bocado robado al silencio, ese primer mordisco al placer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se puede repetir el sonido, mordiendo del otro lado. Donde no haya huella alguna de la primera mordida.