domingo, 13 de diciembre de 2009

PERSEXPENDOS

Persexpendos dijeron.
Persexpendos y me asusté.
Autómatas de carne y hueso con una ranura tras la oreja.
Persexpendos, personas y máquina expendedora,
pero de palabras.
Terror, expendía, horror y otras palabras pensé.
Persexpendos.
Espanto, otra moneda, un par de céntimos y –oso.
Espantoso.
Y noté un picor tras la oreja, una abertura, una ranura…
¡Oh no!
Mi boca desarticulada en la mandíbula.
Tuve miedo.
Se apagaron mis cuerdas vocales.
Una niña se me acercó.
Una moneda tras la ranura.
¡Un cuento!
Y tras el dinero que caía por mi oreja: “Persexpendo GH34R: El niño y el caracol con cuatro patas”
Fin
Se acabó el dinero.
“Persexpendo GH34R desactivado”

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