jueves, 20 de mayo de 2010

Hacia el faro y hacia el pueblo, hacia el pueblo y hacia el faro

Siguieron la línea irregular de espuma que separaba el mar de la tierra. Iba desde el faro hasta el pueblo en un trayecto infinito y distinto en cada golpe de la marea. La línea guiaba sus pies desnudos sobre el arena al tiempo que los engullía y liberaba a cada paso. Uno desde el faro y otro desde el pueblo, ambos iban ataviados de la más elegante de sus desnudeces.

Aquella línea sería el comienzo para ambos, sería el comienzo al tiempo que suponía el fin de la orgía de olas que un día los había enredado y que ahora los ahogaba en direcciones opuestas. Necesitaban liberarse, dejarse fusionar con el mar y formar parte del universo infinito que les ofrecía la dulce danza de las mareas. Era necesario que siguieran aquella serpiente de agua que en la costa los dirigía en su desorientación por un camino distinto cada vez, pero eternamente inagotable. Un sendero tortuoso que al compás de las olas iba hacia el faro y hacia el pueblo, hacia el pueblo y hacia el faro.

Desnudos caminaron hasta llegar al conjunto de rocas que conformaba el punto medio de la playa. Se aproximaron a la roca más plana de todas, la que tenía forma de ostra y se sentaron sobre ella, con las rodillas sobre el pecho y los pies acariciando las olas. Sus pieles casi podían rozarse y sin embargo, no se percataron de la presencia desnuda del otro. Una presencia tan natural como la brisa del mar que los acariciaba e hipnotizaba en cada golpe contra las rocas. La distancia entre ellos era mínima, tanto que podían escuchar la respiración del otro perfectamente coordinada con el sonido del romper de las olas. Pero no cruzaron palabra, sus sentimientos, sus gestos, sus movimientos se fundieron con el mar y también ellos con él.

El sol caía en un punto donde sus miradas pudieron haberse encontrado. Abandonaron la roca con forma de ostra y siguieron caminando, hacia el faro y hacia el pueblo, hacia el pueblo y hacia el faro.

lunes, 17 de mayo de 2010

Diapositivas

La densidad de aquella habitación hacía imposible que el proyector pasara de una diapositiva a otra. Era Helena con tres años y medio. Cuando sonó el teléfono la densidad se resquebrajó. Llamaban del hospital. Fue entonces que aquella densidad se hizo lágrima y fundió la bombilla del proyector.

Gutun jasobidalia

Lagunetsai maitegorrotatua:

Atzogaur zurekin gogoratu naiz. Elkarbanandurik igarotako egun nazkazoragarri horiek ekarri ditut gogora.

Zenbat arratsalde parkean musulirainka, hitz zuribeltzak elkarri jaurtiz. Eta zenbat oroitzapen kafesne katilu horren azalhondoan. Zenbat argazki lotsati kaxoian, zure galtzontziloen artean galduaurkituak.

Zurekin gogoratu naiz hemenhan zaudela zure gutun damutua berirakurri dudalako. Zoriontxarrez zuregandik gerturrun nago eta gutun hori erantzuteko gai ikusten dut neure burua

Mezu argiluna bidali nahi nizuke, jada atzogaurko neska nahasi horrek nire garuna abandonatu duela kontatu nahi nizuke. Baina hobeto kafezkafe beroa eskuan dugula edozein gauegunetan.

Agur hotzbero bat

Ezbaia

sábado, 15 de mayo de 2010

-Una ventana se abre.-

-¡Está usted despedido! Pero mírelo por el lado bueno: Cuando una puerta se cierra….-

Ni siquiera presentó queja o denuncia alguna tras 37 años de leal servicio porque un compañero le dijo que “Quien se pica, ajos come.”

Al legar a casa lo encontró todo mango por hombro y una carta que decía:

“Quien no corre vuela, querido, y tú sabes que quien siembra vientos, recoge tempestades, y yo ya te aguanté bastante. Durante un tiempo pensé que quien bien te quiere te hará llorar. Pues aquí tienes: Donde las dan las toman, a cada cerdo le llega su San Martín, y este es el tuyo, Cariño.”

-Cría cuervos y te sacarán los ojos.- dijo el camarero devolviéndole la carta al pobre hombre.- No te preocupes, no hay mal que por bien no venga. Muerto el perro, se acabó la rabia. Y en cuanto a lo de tu trabajo, ya te avise que cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. Aunque también es cierto que quien mucho se agacha el culo enseña. De todas formas cuando una puerta se cierra, una ventana se abre.-

Al llegar al apartamento la puerta se atracó dejándolo encerrado dentro de casa. Se sentó en la butaca mirando al ventanal abierto por donde entraba la brisa.

Empezó a recapacitar y analizó todo lo que le habían dicho: Cuando una puerta se cierra…. Después hizo el salto del ángel atravesando el ventanal.

En las puertas del paraíso le contó lo acontecido aquel día a San Pedro.

-No llego a entenderlo muy bien.- dijo San Pedro.- Entonces ¿Decidió que era mejor quemarse que apagarse lentamente?-

El pobre hombre le miró sin llegar a comprender.

-Mire padre, debo confesarle algo. Desde pequeño todo el mundo me decía que tengo menos luces que un barco de vela, lo cual no entiendo. Lo cierto es que nunca he llegado a entender nada. No le encuentro gracia a los chistes, ni sentido ni significado a dichos, proverbios, frases hechas y refranes. No los entiendo. Pero por suerte, ayer encontré una simple solución: Quizá no había que buscarle sentido a nada de ello….-

-Pero hombre de Dios.- le interrumpió San Pedro.- ¿No ve que cuando una puerta se cierra, una ventana se abre?-

-¡Sí! ¡Exacto! Como le decía, medité y medité y llegué a la siguiente conclusión: El sentido y significado de los refranes no es otro que tomárselos al pie de la letra. –

El hombre sonriendo le preguntó por su opinión. Y San Pedro, estupefacto, se repitió: Cuando una puerta se cierra, una ventana se abre.

Miró a los ojos de aquel hombre, y completamente descolocado y sorprendido, correspondió diciendo:

-Hijo mío, lo suyo no tiene solución porque contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano.-

martes, 11 de mayo de 2010

El capitán

Las gaviotas contaron al capitán que "La Veleta" no había sobrevivido al temporal. Es por eso que el capitán, ciego y en el exilio, desde su silla de ruedas con vistas al mar levó anclas.

Lydia

En el momento en que las polillas se llevaron a Lydia en volandas quedé prendado de su desnudez. Ahora, cada noche, la busco entre las sábanas mientras las polillas, "¡idiotas!", chocan contra la bombilla que parpadea en el techo roto de mi habitación deshabitada.

sábado, 8 de mayo de 2010

Aidel

"Regálame una lágrima" Pero Aidel no quería que Milto llorara. Aidel quería una lágrima para ella, para sus ojos acromáticos.

"Regálame una lágrima Milto. Una de ésas transparentes de libertad, cristalinas de tristeza. Por favor Milto."

Milto la miraba fijamente sentado en el suelo. Su espalda sostenía una pared verde en la que lo descascarillado dibujaba mapas grises.

"No puedo Aidel"

"Milto... una lágrima que abra esa ventana de par en par Milto. Una lágrima para poder respirar"

"Aidel..."

Las paredes semiderruidas de su comunicación resquebrajada se sostenían por los pilares de la costumbre y la comodidad. Una lágrima arrancada a Aidel derrumbaría la fragilidad de aquella estructura carcomida por los años y apenas sustentada por el miedo al poderoso dolor de las palabras.

"Me voy"

Y una lágrima resbaló por la pared descascarillada de la mejilla acromática de Milto. Y las paredes se derrumbaron a su alrededor al tiempo que Aidel era engullida por la luz de la escalera tras la puerta.