martes, 11 de mayo de 2010

Lydia

En el momento en que las polillas se llevaron a Lydia en volandas quedé prendado de su desnudez. Ahora, cada noche, la busco entre las sábanas mientras las polillas, "¡idiotas!", chocan contra la bombilla que parpadea en el techo roto de mi habitación deshabitada.

1 comentario:

Ainara B. Arribas dijo...

Me voy a guardar una copia detrás de la oreja izquierda. Es precioso