viernes, 24 de septiembre de 2010

Dime

Dime que nunca sentiste ese hilo recorrer tu espalda

Dime que no permites a esa araña dejar su estela de filamento invisible hasta alcanzar ese punto pleno

Dime que jamás te dejaste poseer por el embrujo dulce y ascendente de ese escalofrío peligrosamente placentero

Dime que un día, sin aviso, no fuiste capaz de liberar tu conciencia recta o lanzarla por el trampolín de la incertidumbre exquisita, para descuajeringarla contra las olas de la seguridad

Dime, pues, que fuiste cobarde, incapaz de contar a tus sábanas que realmente amas la música de las baldosas cuando bailan bajo la lluvia

Dime que un rumor suave y fresco de pureza no trepa desde lo más íntimo de tu anatomía hasta lo más recóndito de tu alma, cuando esa chica tiende su vestido azul frente a tu ventana

Dime qué es para ti caminar descalzo entre ropas de cuerpos que tú mismo deshojaste a media luz

Dime que no eres viento huracanado brotando en una ola de incontenible locura cuando un olor a infinito y ámbar envuelve ese beso

Dime que el hilo transparente de tu espalda se recoge en un ovillo que devana engaños en tu memoria y después

Sin demasiado esfuerzo

Con labios fríos de palabras verdaderas de yeso

Dime adiós

1 comentario:

Anónimo dijo...

Adios